COMPLEJO ARQUEOLÓGICO HUACA RAJADA

Se conoce como Sipán a un pequeño centro poblado ubicado sobre la margen meridional del Valle de Lambayeque o Chancay, pertenecientes a la empresa azucarera Pomalca. Sipán es un topónimo conocido en los antiguos documentos coloniales de la región. Evidentemente tendría su origen en la extinta lengua mochica-lambayecana bajo la probable forma de SIPAN. Su probable alteración, limita conocer el verdadero significado que podría referirse al culto lunar o un centro de poder (Si=Luna, Sec=Señor) Casa o Templo de la Luna o de los Señores.
Por mayo de 1987, en una plataforma del monumento conocido como “Huaca Rajada”, ubicada en las proximidades de Sipán localizaron un repositorio de ofrendas con más de 1,300 vasijas, luego en el mes de junio, se descubrió una gran fosa cuadrangular abierta por los antiguos Mochicas tres metros abajo del borde de la Tumba, las cuidadosas excavaciones científicas localizaron el esqueleto de un hombre joven con un escudo en el antebrazo izquierdo y los pies amputados. Era una especie de soldado guardián puesto para custodiar la tumba y el indicio definitivo de lo que sería el más importante descubrimiento de la arqueología peruana de las últimas décadas.
Cincuenta centímetros más abajo se encontraron las huellas desintegradas de 16 vigas de algarrobo que formaban el techo de la cámara funeraria. Penetrar dentro de esta caja significó un verdadero trabajo de cirugía, sin embargo entre los sedimentos apareció un rostro en miniatura de una escultura de oro, también se encontraban muchas conchas de Spondylus traídas desde aguas ecuatorianas y muy apreciadas en los ritos del antiguo Perú. Progresivamente se fueron develando figuras humanas de cobre laminado, representando un personaje con los brazos y puños en alto que volvió a aparecer al centro de un hermoso relieve dorado sobre una lámina en forma de “V” a manera de brazos extendidos con las palmas abiertas. Cubriendo los huesos de la cara estaban un par de ojos de oro, una nariz y un protector del mismo metal que debió cubrir la parte inferior del rostro. Dos livianas narigueras de oro se encontraban cerca del rostro. El cráneo reposaba sobre un plato del mismo metal.
Sobre el pecho fueron apareciendo dos filas con un total de 20 frutos metálicos de maní, 10 del costado derecho eran de oro y la otra mitad de plata. Este primer indicio de una simbólica dualidad entre los objetos rituales del entierro; así, un lingote de oro reposaba sobre la mano derecha y otro similar de plata en la mano izquierda. La derecha sujetaba también el más importante símbolo de su poder y jerarquía terrena: una especie de cetro y cuchillo coronado por una vistosa pirámide invertida de oro, con relieves representando un jefe guerrero ricamente ataviado, imponiéndose militarmente sobre un prisionero. A la altura del cuello se encontraba también un collar de 72 esferas de oro en degradé y sobre el pecho un cuchillo del mismo metal hacia la derecha y otro de plata hacia la izquierda, simbolizando el naciente y poniente, el día y la noche, lo puro y lo impuro, la vida y la muerte, el Sol y la Luna, lo positivo y lo negativo y todo lo que siendo opuesto, resulta complementario.
Excavando alrededor del ataúd se descubrió los restos de dos mujeres jóvenes que aún no habían cumplido 20 años al morir; probablemente fueron las esposas y flanqueando al Señor, se encontraban los esqueletos de dos hombres que miraban hacia arriba. Una tercera mujer subyacía a la primera de la cabecera y un niño de 10 años se encontró sentado en la esquina sur. Es decir ocho osamentas de sirvientes, concubinas y guerreros, rodeaban el ataúd de madera.
EL SACERDOTE
Explorando el extremo sur de la plataforma funeraria, los arqueólogos localizaron el entierro de un varón adulto en posición extendida, de cúbito dorsal con la cabeza hacia el norte, enterrado en ataúd de caña, una copa de cobre dorado junto a la mano derecha, permitió definirlo como el Sacerdote. Vivió en años 220 D.C. Era un varón adulto de 40 años como promedio al momento de su muerte, de 1.60 m. de estatura, sus huesos eran largos y no tenía signos de tener enfermedades. Las ofrendas de cerámica son 90 aproximadamente.
EL VIEJO SEÑOR SIPAN
En un corte central al sur de la plataforma, se encontró la tercera tumba real intacta, ubicada a seis metros de profundidad y asociada a la primera etapa de la plataforma. Al constatarse el contenido y complejidad del ajuar funerario, su ocupante fue denominado “El Viejo Señor de Sipán”, en mérito a su evidente rango y mayor antigüedad.
En los niveles superficiales y dispuestos en una simbólica formación, se encontraron vasijas representando guerreros, ocho personajes con los brazos amputados y cántaros simples. No tenía cámara como los dos anteriores, sino que este entierro fue puesto en un pozo simple que medía 2.60 m. de largo y 1.70 m. de ancho. Estaba envuelto en estera de fibra vegetal y varios envoltorios de textil, los cuales se habían descompuesto casi totalmente por el tiempo. Donde en los primeros niveles se pudo definir un collar de 10 arañas de oro, representaciones de personajes de cobre dorado un collar de 10 felinos sobre el cuerpo. Otro era de 10 caritas de ancianos. Sonajeros, un Protector Coxal. Orejeras con lentejuelas. Además tenía como acompañante una mujer de cubito ventral y una llama.
Fue un personaje de la elite mochica, aún sin la corona como la lleva el Señor de Sipán, gobernó en el año 50 D.C., era un hombre adulto de 50 años como promedio al momento de su muerta, de 1.62 de estatura. Su cráneo estaba roto y aplastado por la presión de la tierra, los dientes estaban bastantes gastados y carecía de caries, la tumba fue excavada entre Julio de 1989 y Abril de 1990.
COMPLEJOS ARQUEOLÓGICOS DE LAMBAYEQUE
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